井の中の蛙、大海を知らず
I
no naka no kawazu, taikai o shirazu
Una rana en un pozo no puede conocer los mares
Creo que un acto relacionado con la práctica seria de las
artes marciales es el cuestionamiento de lo que uno hace: ¿Por qué? ¿Para qué?
Esto debería ir estrechamente ligado al tiempo de práctica, puesto que cuanto
mas repetimos algo, más necesidad de preguntar y comprender deberíamos tener.
Pero este cuestionamiento ha de ser tanto en el aspecto
técnico como en el aspecto ético de todos los miembros del Dojo.
Cuando pertenecemos a un Dojo, lo lógico es que nuestros
sempais y senseis nos ayuden a desarrollarnos ética y técnicamente con su
ejemplo dentro del grupo del Dojo.
Ah!... El Grupo.
Maslow en su jerarquía de las necesidades humanas establece
en el tercer nivel las necesidades sociales donde incluye la aceptación social
y la participación grupal.
La práctica de las artes marciales encajaría en este nivel. El estudiante, como ser humano que es, siente la
necesidad natural de relacionarse, integrarse en una comunidad (el dojo) donde
encontrar amistad, compañerismo, afecto y amor.
Pertenecer a un grupo con el que nos
identificamos y que hemos elegido nos ayuda a desarrollarnos como personas ya
que satisface nuestra necesidad de pertenencia a un grupo, refuerza nuestra
autoestima y confianza y nos permite expresarnos. La exclusión, por el
contrario, mina nuestro bienestar, provocando frustración, ansia, baja
autoestima e incluso depresión. Esto puede derivar en una actitud de
indiferencia y falta de compromiso. Esto es diferente a la soledad buscada y
elegida libremente, que nos ofrece la posibilidad del descubrimiento de uno
mismo, mediante la reflexión personal y la concienciación de nuestro lugar en
nuestras redes sociales-familiares.
Como última de las necesidades básicas, previa a la
autorrealización, viene la necesidad de prestigio o estima, que incluye el
respeto a uno mismo y a los demás, la independencia y el reconocimiento social.
Esto es, idealmente el grado que se posee.
La autorrealización conlleva al discernimiento de
la realidad, a diferenciar lo
falso de lo real, a basar las relaciones en base a experiencias y juicios
propios, a no ser susceptibles a la presión social y a ser un poco
inconformista. Esta es la actitud que todo estudiante debería tener y la que
todo maestro debería fomentar, siendo muchas veces culpable de que esto suceda,
o no. Esto tiene una importancia máxima cuando se enseña a niños y a
adolescentes, que son más influenciables y a los que se sirve de modelo a imitar,
se quiera o no.
Sucede por el contrario, y por desgracia, en múltiples
ocasiones, que en lugar de ayudar al estudiante a convertirlo en un artista
marcial (persona) critico se fomenta el servilismo, la subyugación al grupo (y
sobre todo al maestro) y con rendiciones de pleitesía que nunca aceptaríamos en
otro entorno social
“La ignorancia de las
masas es la principal fuerza de los gobernantes”.
Carlos Malato
Una causa de esto es el ego del maestro (y algunos sempais)
que anula a toda costa aquello que pueda hacer tambalear su ficticia cuota de
poder, sólo existente dentro de ese grupo. Martilleará al inconformista
incómodo hasta que este se amolde a su visión o hasta que abandone el grupo por
ser un díscolo.
出る杭は打たれる
Deru kui wa utareru
El clavo que sobresale
recibirá el martillazo.
¿En qué se refleja todo esto?
En la anulación de la independencia del individuo. No opina,
no decide, no piensa. Obedece.
“Por la rebeldía contra
el dogma, el creyente se hizo pensador; por la rebeldía contra la autoridad, el
ciudadano acabará por hacerse hombre”.
Carlos Malato
Pero el servilismo lleva asociado otro ismo igual de peligroso: Sectarismo
Fanático. El servil se sabe miembro de un grupo, de
una parcialidad ideológica diferente e independizada de otros, y defiende con
tenacidad desmedida y apasionamiento ciego creencias u opiniones de otros. Se siente fuerte en el grupo y se
apropia de las ideas que le han inculcado como propias, convirtiéndose en un talibán marcial.
El servil deja de ir a practicar con otros grupos por
intrigas, ofensas y malestares (entre los grupos) que ha heredado, pero que desconoce
cómo nacieron, cuáles fueron las causas y porqué persisten. Ir a practicar con
otro maestro es recibido como una ofensa por el grupo: ¿Qué te va a enseñar ese
que no te pueda enseñar el nuestro? ¿Por qué prefieres a ese, que es un [cualquier insulto]?
El servil no cuestiona ninguna actividad o acción de su
grupo, porque el suyo es el masmejormegaguay,
y como tal, imposible de estar errado. Son los foráneos los que tienen el
problema con el grupo. El grupo es una víctima inocente del ego ajeno que
envidia con rencor toda actividad del grupo. El servil nunca ha visto esto,
pero para eso está el maestro y los sempais: para mostrarle la verdad (sesgada del grupo).
El servil no discrepa nunca del maestro, porque este posee
una inteligencia suprema e infalible, prácticamente es un semidios, y siempre
hará lo que este le diga (opiniones, votaciones, acciones pseudo políticas…),
porque lo contrario es ir en contra de él, del grupo, casi una declaración de
guerra, y por tanto significa ser el clavo que sobresale y que conlleva un
riesgo de exclusión. El servil olvida que el maestro es ante todo humano, y
como tal, susceptible de errar. Lo considera incuestionable. Propaga todo lo
aprendido, este equivocado o no, porque el maestro así lo enseñó. Relega el uso
del cerebro a un segundo plano porque indagar, preguntar y querer saber más es
un acto de falta de fe.
El servil considera un sacrilegio o herejía cualquier duda
sobre su maestro, escuela o estilo, y cual inquisidor del medievo lanza ataques
desesperados, disparatados y carentes de argumentos intentando mostrar la perfección de lo propio a base del
intento de destrucción sistemático del otro.
El servil nunca aprenderá afuera aquello que el maestro no
le quiera enseñar, porque nadie velará por él como el maestro (que todo lo sabe
y todo lo ve). Aún cuando el practicante crea firmemente que el maestro está
errado, cambiará su opinión para seguir arropado por el grupo, sin hacerse
notar, y continuar en un engranaje que le permita algún día tener una cuota de
poder irreal.
El servil percibe cualquier crítica u opinión discordante
con su maestro como un insulto personal, sin parar a preguntarse si es
justificada o no. Es un atentado contra el maestro, y por tanto contra el
grupo, y exige derramar sangre para recuperar el honor mancillado. No piensa
que el ego (y rencores pasados) del maestro pueda nublar su imparcial y justo juicio, arrastrando al
grupo con él, haciéndole entender sólo una parte sesgada de un todo.
A los líderes de los grupos les interesa mantener a los
practicantes en este estado de servilismo para poder satisfacer su inmenso ego
creciente y para tener una ascendencia y falso poder sobre el mismo.
"La mejor arma del diablo
es la ignorancia, el hacer pensar que no existe".
Muchos practicantes, herederos de la tradición religiosa
judeo-cristiana, tienen esta frase como axioma de vida, ya que todos ven el
servilismo en otros grupos, saben que lo hay (habelas hainas), pero resulta que ninguno lo padece. Algo muy
curioso.
El servilismo desmedido que hay en varios grupos marciales
es mentalmente insalubre e impide percibir el mundo marcial como es: un mundo heterogéneo de propuestas e ideas
diferentes.
La investigación cruzada debería ser una característica
fundamental en los tiempos que corren, en los que la comunicación puede ser muy
fácil y fluida.
Me gustaría indicar una obviedad para muchos, pero una
falacia para otros. La intención de
preguntar no es cuestionar ni dejar en evidencia, sino la de resolver una duda
existente. Es responsabilidad exclusiva del receptor de la pregunta no listen the ask y entender lo que
quiera, y con ello iniciar las batallas que desee arrastrando a sus tropas consigo.
El servilismo tiene una cura fácil, que sólo requiere la
voluntad de curarse:
Practicar con otros grupos, maestros y estilos con una
relativa continuidad. Entender las diferencias mecánicas de estos grupos y sus
causas, donde los lazos interpersonales son menores y les resultará más difícil
cegarnos.
Preguntar siempre. Nunca quedar con la duda. Si la
respuesta no existe, no nos satisface o no la entendemos, buscar y preguntar
donde nos sea posible para mejorar nuestra compresión y conocimiento. Puede ser
muy interesante preguntar lo mismo a personas diferentes para aprender a
percibir las diferencias idiosincrásicas en las respuestas.
Abrir los ojos y la
mente. Dejar de
considerar lo nuestro como lo mejor porque
sí. Recordar que la mayoría hemos empezado en la práctica en el dojo más
próximo, no por un sesudo análisis dafológicos de la enseñanza, el estilo o el
maestro.
Hemos de entender que nuestro grupo esta compuesto por
personas con características fisiológicas, inquietudes, deseos, proyectos y
experiencias vitales diferentes, únicamente unidos por una pasión común: El Arte Marcial. Como grupo heterogéneo
cada individuo tendrá unas virtudes y defectos, similares o no a los nuestros,
con los que hemos de compartir el tiempo de práctica integrados en armonía y
tolerancia durante mucho tiempo en pro
de un desarrollo marcial y personal.
Esto hemos de extrapolarlo de la relación intragrupal a la
intergrupal ya que no existe diferencia alguna. Ya que todos presumimos de que
las artes marciales aportan valores positivos que se reflejan en el
comportamiento de los practicantes deberíamos aplicar el bifidus system: que lo que
notamos por dentro, se vea por fuera, y no guardarlo dentro como si fuera
el arca de la alianza.
“Me repugna tanto gobernar como ser gobernado; cada hombre debe ser su camino; ni sigo a nadie y no quiero que nadie me siga”.
Biófilo Panclasta (Vicente Lizcano)
Este obra está bajo una
Muy bueno, y me alegra enormemente que esté cundiendo la rebelión contra la panda de estafadores, amarillos y blancos, que han dejado las AAMM a la altura del barriobajerismo y el ridículo más lamentables.
ResponderEliminarÁnimo y a seguir dando caña
Cierto Long. Yo creo que es una cruzada que todos debemos emprender y que sólo redundará en nuestro beneficio
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